La historia cinematográfica de Rosarito comenzó en 1997, cuando la famosa productora 20th Century Fox decidió construir los Baja Studios, un complejo monumental ubicado en la carretera escénica Tijuana–Ensenada, a la altura del pintoresco poblado de Popotla. Estos estudios fueron creados con un propósito ambicioso: filmar la superproducción “Titanic”. Para lograrlo, se construyeron gigantescos tanques de agua junto al mar, capaces de recrear escenas oceánicas con un realismo nunca antes visto. El rodaje atrajo a cientos de trabajadores locales y técnicos especializados, transformando temporalmente a Rosarito en un hervidero de luces, cámaras y sueños.

El éxito de “Titanic” no sólo puso a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en la cima del cine a nivel mundial, sino que también colocó a Rosarito en el mapa global como un destino cinematográfico de clase internacional. Desde entonces, los Baja Studios se convirtieron en una referencia obligada para producciones que buscaban el equilibrio perfecto entre infraestructura moderna, paisajes naturales y costos competitivos.

En los años siguientes, películas como Pearl Harbor (Disney), El mañana nunca muere (MGM), Master and Commander: The Far Side of the World (20th Century Fox) y Alerta en lo profundo (Warner Bros.) eligieron este mismo escenario para dar vida a sus historias. Cada producción dejó su huella en la ciudad, fortaleciendo el vínculo entre Rosarito y el séptimo arte.

Pero la magia no se detuvo en la pantalla grande. Décadas después, la famosa serie “Fear the Walking Dead”, - derivada del fenómeno mundial The Walking Dead -  eligió Rosarito como locación principal para su segunda temporada. Los fanáticos de la serie pudieron reconocer algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, como el Rosarito Beach Hotel, que se convirtió en escenario de algunas de las escenas más impactantes de la producción.

Más allá del glamour y las cámaras, lo que verdaderamente distingue a Rosarito es la calidez de su gente y la forma en que el arte se ha integrado en su identidad. Muchos locales participaron como extras o trabajadores en los rodajes, y varios negocios aún conservan recuerdos de aquellos días en los que las estrellas de cine caminaban por el malecón o cenaban frente al mar. Con el tiempo, este legado fílmico inspiró el crecimiento de un nuevo tipo de turismo: el turismo cinematográfico, que invita a los visitantes a recorrer los lugares donde se filmaron escenas icónicas, conocer los estudios y vivir de cerca la historia detrás de las producciones.

Hoy, Rosarito sigue siendo un destino donde el océano y la creatividad se encuentran. Su combinación de playas infinitas, hospitalidad, excelente gastronomía y su cercanía con la frontera la convierten en un punto estratégico no solo para los viajeros, sino también para productores, fotógrafos y artistas que buscan inspiración..